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Archive for December, 2011

Abdón Porte puede ser considerado seguramente, como el más fiel exponente de esta sección que elegí llamar “Morir por los Colores”. Al fin y al cabo, se trata de uno de los pocos ejemplos, el único que conozco hasta el momento, en el que el protagonista no sólo deja la vida por el club con el que se siente identificado, sino que además lo hace totalmente consciente de cual es el papel que “le toca”, y no producto del azar o la mala fortuna.

Porte nació en la ciudad de Libertad, departamento uruguayo de Durazno, presumiblemente en la última década del siglo XIX, aunque no hay datos certeros. Desde muy chico fue conocido por sus vecinos como “el indio” por sus constantes travesuras en terrenos del barrio que no invitaban demasiado a adentrarse en ellos. Al mismo tiempo, en uno de los tantos baldíos de la zona, comenzó a demostrar sus habilidades para el fútbol, que en aquel tiempo tenían mucho que ver con la técnica y la personalidad, más que con lo físico.
Porte llegó a debutar en Primera en el Colón Fútbol Club, que por aquel entonces era uno de los conjuntos más sobresalientes de Montevideo y ahora se encuentra en la Tercera División local. Esto sucedió en 1910, y sus actuaciones fueron de tan alto nivel, que a los pocos meses fue llamado para incorporarse a Libertad, también de de la capital uruguaya, y antes de finalizar el año, Nacional, el gigante del Río de la Plata, aún en ciernes, llamó a su puerta.
Cuando la siguiente temporada comenzó, Porte debutó en “el bolso” el 12 de marzo del año siguiente ante el Dublin, jugando como lateral derecho, en una de las típicas líneas de tres jugadores defendiendo que se utilizaban entonces. Desde ese día, y hasta el de su retiro, siempre utilizó la camiseta número 5 de Nacional que ya le pertenecía más a él que al propio club. La ascendencia que tenía sobre sus compañeros era tal que fue capitán durante las últimas cinco temporadas de actividad, hasta 1918.
Porte era especialmente soberbio a la hora de disputar el fútbol bien entendido. Era un hombre sumamente fuerte, y de un temperamento implacable, que además se caracterizaba por un juego aéreo temible, a pesar de que no era demasiado alto. En la marca era casi impasable, y con el tiempo pasó a jugar como mediocampista, ya que allí podía desarrollar una aún mayor incidencia en el juego del equipo.

Durante su carrera, este futbolista logró totalizar 207 partidos, obteniendo 19 títulos si se consideran tanto aquellos conseguidos a nivel local como internacional. Entre ellos podemos mencionar, en el primer caso, 5 Copas de Honor, 4 Ligas de Uruguay, y 4 ediciones de la Copa Competencia. Internacionalmente, se consagró en 3 ediciones de la Copa de Honor Cousenier, 2 de la Copa Competencia Chevallier Boutell, y 1 de la Copa Aldao.

A tal punto fue trascendente su nombre en las primeras páginas del fútbol uruguayo, que Porte fue partícipe fundamental en la consagración de su país como campeón de la primera edición de la Copa América, disputada en 1916 en Argentina.
Pero todo cambió cuando comenzaba a preparase la temporada de 1918. Nacional buscaba hacer algunos cambios en el esquema, y para eso habían contratado a Alfredo Zibechi, procedente de Montevideo Wanderers, para que ocupara la posición de Porte como titular en la mitad de la cancha. Para el ídolo se había reservado una posición de privilegio, pero en el banquillo, ya que se le consideraba más importante por sus aportes psicológicos que futbolísticos.
Vale aclarar que por aquella época, muy pocos equipos del Río de la Plata consideraban la figura de director técnico, y por eso las alineaciones eran armadas por la propia comisión directiva, que muchas veces se veía influenciada por el dinero desembolsado por los jugadores que contrataba. Tal era el caso de Zibechi, más allá de que claro que se trataba de un gran futbolista, como luego confirmaría, y Porte se despidió del fútbol el 4 de marzo de ese año ante el Charley. Nadie lo sabía.
Esa misma tarde, y luego del encuentro, algunos directivos de Nacional, con muy poco tacto, le advirtieron a Porte que muy probablemente no sería titular de ahí en más, y que debería esperar su posibilidad en el banquillo. No lo soportó. Por la noche, como se acostumbrada, todos los jugadores se reunieron para festejar la victoria del “tricolor” por 3 a 1 en ese encuentro, y cerca de la medianoche cada uno volvió para su casa. Excepto Abdón.

Abdón tomó el camino que había realizado cada fin de semana en los últimos siete años, hacia el estadio de Nacional, el Parque Central. La misma cancha que él había reinaugurado en 1911 luego de un incendio que la destruyera casi por completo. Se dirigió hacia el círculo central, llevando consigo dos cartas, una para el presidente de la institución, José María Delgado, y otra para un familiar suyo.

Al día siguiente, el canchero de Nacional realizó el macabro hallazgo del que ningún hincha del “bolso” hubiera querido enterarse. Severino Castillo, así se llamaba el hombre, encontró el cuerpo del mediocampista, con sangre en el lado izquierdo de su camisa, el revólver con el que se disparó en el corazón, y las dos misivas, que se hallaban en el interior del sombrero de paja que había usado aquella noche. Ninguna para su novia, con la que iba a casarse el 3 de abril. Su verdadero amor era el fútbol. Era Nacional.
“Querido Doctor José Maria Delgado. Le pido a usted y demás compañeros de Comisión que hagan por mí como yo hice por ustedes: hagan por mi familia y por mi querida madre. Adiós querido amigo de la vida” rezaba la primera carta, dirigida al presidente de la institución. Debajo, su nombre, y una firma con el resumen de su sentimiento por el club: “Nacional aunque en polvo convertido / y en polvo siempre amante / No olvidaré un instante / lo mucho que te he querido”.
El pueblo uruguayo en su totalidad se vio conmovido por la situación, al punto de que sus propios compañeros le llevaron flores, custodiaron el féretro durante todo el velatorio, firmaron un pésame colectivo y llevaron las fajas de la carroza fúnebre antes de dejarlo en el Cementerio de La Teja, donde también reposaban los hermanos Céspedes, ídolos de Nacional fallecidos de viruela años antes.
Fue tal el estupor causado por la muerte temprana de Porte, que muchos autores literarios se sirvieron luego de su obra para acercarla al público. Uno de ellos fue Horacio Quiroga, quien basándose en su vida escribió el cuento “Juan Polti”, y otro Eduardo Galeano, que en su recopilatorio de “El fútbol a sol y a sombra”, describió su historia bajo el título “Muerte en la cancha”.
Ya como homenaje al “indio”, de parte de los mismos hinchas de Nacional que lo había sabido idolatrar, se denominó Abdón Porte a una de las tribunas del escenario deportivo en el que abandonó la vida por propia cuenta. Incluso, aún en la actualidad, puede leerse una tradicional pancarta que en cada uno de los encuentros del “bolso”, reza: “Por la sangre de Abdón”.

Fuentes – [WikipediaEnrique Vila MatasEn Una BaldosaTaringa]

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Nacido en el pueblo argentino de Alejo Ledesma, en la provincia de Córdoba, el 19 de junio de 1926, este hombre de apellido y fuerza en el campo de juego, heredados ambos por parte de su padre, un trabajador del campo alemán, fue un destacado delantero que supo brillar en el fútbol sudamericano, y que, representando a su tierra por elección, Uruguay, protagonizó una de las imágenes más escalofriantes que se recuerdan de las Copas del Mundo.

Como la mayoría de los jóvenes que por ese entonces querían dedicarse, aunque no sea profesionalmente al fútbol, Hohberg encontró su lugar en el mundo en las divisiones juveniles del club Central Córdoba de Rosario, donde curiosamente comenzó desempeñándose como portero, y para colmo, siendo suplente en varios de los campeonatos de menores que se llevaban a cabo en las afueras de la ciudad.
Justamente en uno de estos partidos, faltó uno de sus compañeros y no le quedó más remedio que jugar como centrodelantero, teniendo la suerte de convertir dos goles y siendo la figura del enfrentamiento. Fue así que desde la sexta división hasta la segunda, reserva, continuó en este rol de atacante, logrando hacerse un nombre a nivel local, y teniendo la oportunidad de pasar a uno de los grandes del interior argentino, Rosario Central, en 1947.
Luego de 31 goles anotados en 51 presentaciones con el conjunto “canalla”, a mediados del año siguiente fue transferido a Peñarol de Uruguay, donde se convirtió en un verdadero ídolo del club, llegando a brillar durante once temporadas, en las que llegó a anotar 95 goles, en un campeonato que para ese entonces era de los más duros de América. El pase no fue casualidad, a los “manyas” les había hecho dos goles en un amistoso pocos meses antes.
Fue tal el arraigo que le produjo el suelo uruguayo, que a los pocos años de haberse asentado en aquellos lares, y en el corazón de los hinchas del “carbonero”, obtuvo la ciudadanía que le permitiría comenzar a formar parte de las convocatorias “charrúas”. En este contexto favorecedor, comenzó a formar parte de la selección de Uruguay en los amistosos previos al Mundial de Suiza 1954, en los que la “celeste” aún ostentaba el campeonato del mundo.

Una vez llegada la cita en territorio europeo, los sudamericanos viajaron como uno de los grandes candidatos al título, seguramente ostentando ese escalafón con el impresionante equipo de Hungría que tenía a Puskas y Kocsis, entre otros. Los uruguayos fueron alineados en el Grupo C junto a Austria, Checoslovaquia y Escocia, ganando la zona con facilidad, luego de superar a Escocia por 7 a 0 y Checoslovaquia por 2 a 0.

No obstante, en esa primera ronda, Hohberg se mantenía como suplente, ya que el entrenador Juan López prefería en el ataque a futbolistas como Óscar Míguez, Juan Alberto Schiaffino, Carlos Borges y Julio Abbadie, que además habían tenido excepcionales actuaciones hasta el momento. Sin embargo, luego del claro triunfo de los uruguayos ante Inglaterra, en los cuartos de final por 4 a 2, las lesiones de Míguez y Abbadie se presentarían en la concentración campeona del mundo.
La titularidad de Hohberg se planteaba casi una opción ineludible, a pesar de que los fanáticos lo veían algo tosco en comparación a los habituales futbolistas consagrados que representaban al país, y sobre todo en consideración de sus siguientes rivales, ni más ni menos que los “magníficos magiares” húngaros.
El encuentro comenzó muy desfavorable a los uruguayos, que se pusieron abajo por 2 a 0 a los pocos minutos, debido a las anotaciones de Czibor y Hidegkuti. Sin embargo, promediando la segunda etapa, y aunque los europeos habían demostrado su evidente superioridad, Hohberg apareció para descontar, a los 75 minutos de juego, y luego, cuando el encuentro comenzaba a morirse, igualó a los 86.
La historia cuenta que, al festejar la segunda conquista, Hohberg fue aplastado hasta tal punto por sus compañeros visiblemente emocionados, que tuvo un paro cardíaco en pleno terreno de juego. Alertado por los propios futbolistas, el kinesiólogo uruguayo Carlos Abate acudió a atenderlo. Rápidamente, le administró una dosis de coramina por la boca, y con unos pequeños ejercicios de reanimación logró traerlo de vuelta a la vida.
Sin embargo, y aunque terminó el tiempo reglamentario en cancha, al prepararse la primera parte de la prórroga, y sin cambios disponibles, admitió que no estaba aún en condiciones físicas, y Uruguay saltó al campo con diez hombres. A los pocos minutos, y a pesar de que le era desaconsejado, Hohberg ingresó por sus propios medios al encuentro, aunque no puedo evitar dos goles húngaros en la segunda prórroga, de Kocsis, que dieron fin a su sueño mundialista.
Como despedida de una competencia que le había hecho famoso ante todo el mundo, y en la que estuvo cerca de conocer no sólo el final de su carrera sino también el de su existencia, logró anotar otro gol en el encuentro por el tercer puesto, en este caso frente a Austria, logrando la igualdad parcial en lo que terminaría siendo una derrota por 3 a 1.

A su vuelta a Uruguay, y habiendo ganado también el respeto de los demás hinchas que no eran de Peñarol, tuvo un accidente de autos que lo alejó de las canchas, motivo por el que le costó hasta 1958 recobrar su nivel de antaño. Al año siguiente, ya cansado de no tener los minutos de juego que pretendía, aceptó una oferta de Racing de Montevideo, dejando entonces Peñarol luego de seis títulos a nivel local y la Copa Libertadores de 1960.

En Racing jugó apenas seis partidos, aunque logró convertir tres goles, pero luego de algunas desavenencias, se marchó finalmente hacia Colombia, y para ser más precisos, al Cúcuta Deportivo, en el que jugó en 1961, anotando 19 goles en 37 encuentro, y siendo muy reconocido por su vigencia y profesionalismo.
Cuando se retiró, al finalizar esa temporada del fútbol colombiano, decidió quedarse en esas tierras, para seguir ligado al medio, y a los tres años, le llegó una interesante propuesta para entrenar a Atlético Nacional de Medellín, en el que tuvo éxito pero sin lograr títulos. Luego de esa experiencia positiva, tuvo que esperar hasta 1969, cuando le llegó el llamado, ni más ni menos, de la selección de Uruguay, que se preparaba para el Mundial de México al año siguiente.
Hay que destacar, igualmente, que en este período intermedio, Hohberg dirigió a varios equipos, pero por muy poco tiempo y con resultados bastante irregulares. Entre ellos se encontraban Panathinaikos de Grecia, Racing de Montevideo, Rampla Juniors, Bella Vista y Peñarol, e incluso un paso de pocos meses por su archirrival Nacional.
Ya en la Copa del Mundo, Uruguay fue alineado en el Grupo B junto a Italia, Suecia e Israel, y a pesar de caer ante los escandinavos al cierre del mismo, la victoria frente a Israel y el empate contra Italia fueron suficientes para pasar de ronda en la segunda ubicación. En cuartos, Uruguay venció a la Unión Soviética por 1 a 0, pero caería 3 a 1 ante la impresionante selección de Brasil de ese Mundial, terminando finalmente en el cuarto puesto, al ser derrotado también por Alemania Federal en el partido por el tercer puesto, en este caso 1 a 0.
Luego de ello, y tras un tiempo sin entrenar, Hohberg fue llamado por el fútbol peruano, y más concretamente por Universitario, con el que se consagró campeón en 1974. Sus buenas actuaciones allí le valieron ser contratado luego por Alianza Lima, otro de los grandes del país, con el que fue bicampeón, en 1977 y 1978, siendo uno de los técnicos mejor considerados de Perú.

En los años posteriores no obtuvo más consagraciones, aunque entrenó a Deportivo Municipal y Juan Aurich, ambos también de Perú, Emelec y Liga de Quito de Ecuador, y el conjunto mexicano de Atlético Español. En esos meses, también dirigió, de forma interina, a la selección de Uruguay que preparaba las eliminatorias para el Mundial de 1978.

Sin embargo, luego de esa experiencia, decidió retirarse de la dirección técnica para radicarse con su familia en Perú, donde era muy reconocido, y vivió allí hasta 1996, cuando su corazón, que había querido detenerse 42 años antes, en el césped del Estadio Olímpico de La Pontaise de Suiza, le dijo finalmente basta.

Fuentes – [WikipediaEl Quinto ÁrbitroFútbol ShowPerfilEs FútbolFútbol Perdido en el Mundo]

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Evelyn Henry Lintott, nacido el 2 de noviembre de 1883, fue hijo de Arthur Frederick y Eleanor Lintott, utilizando su apellido materno por cuestiones administrativas. Se crió en el mismo barrio donde había llegado al mundo, Godalming. En su juventud, concurrió como la mayoría de los chicos del barrio de Hazelville, al St. Luke’s College; y mientras estudiaba allí, comenzó a despuntar en el vicio del fútbol, que desarrollaba religiosamente primero en el Woking y luego en el Plymouth Argyle, ambos de la Liga del Sur.

Aunque provenía de una familia acomodada, su amor por el fútbol siempre había sido desinteresado, y de hecho, nunca llegó a ser un deportista profesional. No obstante, cuando en 1906 la Federación Inglesa comenzó a organizar encuentros amistosos entre aficionados de todo el país, Lintott fue elegido para jugar como titular en el centro del campo británico, compartiendo plantel con el mismísimo Vivian Woodward.
Su primer participación en una gira fue ese mismo año. Inglaterra voló con sus representantes a Francia, y vapuleó a los locales por 15 a 0. Fue una demostración infernal del poder del equipo, y sobre todo de Woodward, que anotó ocho de los goles. Lintott no convirtió, pero fue destacado por los presentes como uno de los mejores futbolistas del encuentro, claramente por encima de la media a la que estaba acostumbrados.
A la vuelta de ese viaje, el Queen´s Park Rangers presentó una oferta a Evelyn para ficharlo, y él no pudo decir que no, consciente de la mejoría que significaba ese traspaso, aunque seguía sin considerar el fútbol como una carrera en sí mismo. Su debut se produjo en el segundo encuentro en casa de la temporada, ante el New Brompton.
A pesar de su status de “amateur”, Lintott comenzaba a hacerse cada vez más famoso dentro del Reino Unido, y por ello fue convocado para representar a su país, esta vez sí de forma oficial, en un encuentro amistoso ante Irlanda. Esto fue el 15 de febrero de 1908, y fue titular junto a otros destacados futbolistas de la época, como Bob Crompton, George Hilsdon, GeorgeWall, William Wedlock y, obviamente, Vivian Woodward.
Con sus convincentes actuaciones, Lintott se consagró como titular indiscutido y uno de los referentes del equipo, que se mostraba orgulloso de su condición no profesional, y sus capacidades técnicas. Fue así que también jugó como titular en los siguientes compromisos frente a Gales y Escocia, totalizando dos triunfos y una igualdad en ese último encuentro, y siendo el primer jugador del Queen´s Park Rangers en tener estos honores, teniendo que esperar luego el equipo más de 60 años para tener un seleccionado en sus filas.
Paralelamente, a finales de 1907 había surgido en Manchester una corriente de futbolistas que querían formar su propio sindicato. La misma incluía a jugadores como Charlie Roberts, Charlie Sagar, Herbert Broomfield, Herbert Burgess y Sandy Turnbull, que representaban a instituciones del calibre de Manchester City, Manchester United, Newcastle United, Bradford City, West Bromwich Albion, Notts County, Sheffield United, y Tottenham Hotspurs.
Fue entonces, que al comienzo del siguiente año, se creó la “Asociación de Jugadores de la Unión de Fútbol”, que cobraba un monto determinado para el ingreso de los hombres a sus filas, y también un abono mensual, mientras que los futbolistas serían defendidos de los clubes que no les pagaran por disputar sus partidos. Aunque se asoció, Lintott nunca pretendió cobrar por jugar al fútbol, y así lo hizo saber, resignando sus ingresos.
Debido a su posición social, y luego de algunas polémicas, nuestro protagonista fue escogido como presidente de la Asociación al cabo de unos meses, y por tanto, era el encargado de defender los intereses de sus colegas. Sus buenas relaciones con quienes integraban el gremio, le permitió al cabo de un sólo año de gestión, lograr que los futbolistas se asegurasen al final de la temporada tener la mitad de los ingresos que cada club recaudara.
No obstante, los equipos comenzaron a ver como perdían la mayor fuente de sus ingresos, y a mediados de 1909, y tras una serie de negociaciones sin acuerdo con la Asociación, la Federación Inglesa dio un plazo de dos meses para que los jugadores se desafilaran y resignasen sus ingresos extras. Para el 1 de julio no obstante, no sólo que eso no sucedió, sino que los futbolistas, con Lintott a la cabeza, se unieron a la Federación General de Sindicatos de Inglaterra.
Pero esta situación había afectado notoriamente a su propio equipo, el Queen´s Park, que se encontraba en serias dificultades económicas, aunque como siempre, el ingenio de Lintott pudo más. En cuestión de días, se registró como futbolista profesional, y negoció su traspaso al Bradford City, por una suma cercana a las 1.000 libras esterlinas, salvando el pellejo a los Rangers.
A partir de allí, y aunque no había sido su primera intención, Evelyn también se transformó en una suerte de héroe para su nuevo equipo, ya que lo ayudó a evitar el descenso a Segunda División. Al mismo tiempo, mantuvo su sitio en el combinado inglés, disputando los cuatro encuentros de su país en 1909, todos completados con victoria, ante Irlandia, Escocia, y Hungría, en dos ocasiones.
Los siguientes años fueron incluso más auspiciosos, ya que el Bradford City terminó en la séptima colocación en la temporada 1909/10, y para la siguiente, no sólo ascendió hasta el quinto puesto, sino que además derrotó en la final de la Copa FA al Newcastle, casi invencible por aquel entonces, por 1 a 0, consagrándose campeón.

Aunque había anotado apenas dos goles en 53 encuentros representando al Bradford City, Lintott ya era una de las glorias de la institución, y por eso no se le negó su transferencia al Leeds United, de la Segunda, cuando Herbert Chapman lo persuadió de comenzar una nueva aventura. Allí jugó igualmente una sola campaña, en la que saltó al terreno de jugo en 42 ocasiones, antes de retirarse del fútbol profesional.

Cuando se desató la Primera Guerra Mundial, e Inglaterra hizo su aparición en la contienda, Lintott fue llamado para sumarse en una de las comisiones del ejército británico, en este caso, el 17º batallón del Regimiento Middlesex, en la condición de Teniente Segundo, que ostentaba más por su notoriedad social que por sus conocimientos militares. Este batallón había sido creado en 1914 por William Joynson Hicks, y al pertenecían también Walter Tull y, otra vez, Vivian Woodward.
La selección de Inglaterra en 1907. Lintott, arriba a la derecha.

El 15 de enero de 1916, el denominado “batallón del fútbol”, por la presencia de éstos tres, arribo a la primera línea del frente occidental de batalla. Allí permanecieron durante dos semanas, en las que fallecieron cuatro integrantes de la fuerza y otros 33 fueron heridos, entre los que se hallaba el propio Woodward, a quien impactó una granada de mano en su muslo derecho, y debió ser enviado de vuelta a casa para recuperarse.

Luego de triunfar en ese frente, el batallón fue enviado para sumarse al Regimiento de West Yorkshire, que se hallaban diezmado, para preparar lo que a la larga sería la famosa “Batalla del Somme”. El primer día de este enfrentamiento, el 1 de julio de 1916, Inglaterra sufrió 57.740 bajas, de las cuales 19.240 fueron mortales. Entre los fallecidos se encontraba Evelyn Lintott. Su cuerpo nunca fue hallado.
Luego de ello, Lintott fue condecorado de todas las formas posibles no sólo por el ejército británico, sino también por los ex futbolistas y clubes con los que había desarrollado su carrera profesional. Le fue entregada una placa, por ejemplo. Y al día de hoy, es recordado también como uno de los primeros defensores de los derechos de los futbolistas, que dio la vida defendiendo a su país, como antes había hecho con sus compañeros.
Años más tarde, salió a la luz una carta escrita por un aficionado del Queen´s Park Rangers, Ron Gould, que había peleado en la guerra a las órdenes de Lintott, logrando salir ileso. Manifestaba respecto de su Teniente al periódico Yorkshire Post: “El teniente Lintott final fue particularmente valiente. Llevó a sus hombres con gran acierto y cuando fue herido por primera vez, se negó a atenderse. En cambio, sacó su revólver y pidió un mayor esfuerzo. Fue golpeado de nuevo, y también se repuso, pero un tercer disparo finalmente lo dejó allí tendido”.

Fuentes – [SpartacusMighty LeedsQueen´s Park Rangers FCIFFHS]

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Este futbolista fue uno de los más grandes ídolos del Rangers de Escocia mientras este conjunto reafirmaba su posición de hegemonía en la Liga local en las décadas del ´30, 40´y ´50, siendo más precisos al afirmar que debutó en 1936, para retirarse en 1954, habiendo utilizado únicamente la camiseta azul del conjunto de protestante de Glasgow. En ese tiempo disputo 433 encuentros, anotando 254 goles, pero su historia dice mucho más que eso.

Es que Thornton, nacido el 3 de marzo de 1920, fue un adolescente sumamente precoz en el plano deportivo, que a los 16 años había debutado no sólo en la Reserva sino también en el primer equipo del Rangers, cuando una decena de equipos locales se peleaban por sus servicios, principalmente el Hearts, que lo había estado siguiendo de cerca en su temprana adolescencia.
Su elección por el Rangers, no obstante, se debió en buena parte a la intervención de Jimmy Thornton, ni más ni menos que su hermano mayor, un gran fanático de los “Gers”, y al enterarse de las intenciones del Hearts, no dudó un segundo en arreglar una prueba del pequeño Willie con el entonces entrenador del club Bill Struth. Diez minutos bastaron para convencerlo, y fue firmado por el gigante escocés ese mismo día.
Sus primeros encuentros con la camiseta del Rangers llegaron plagados de éxito, convirtiéndose en una alternativa clásica del propio Struth, quien tenía un gran aprecio por los futbolistas jóvenes, lo que le permitiría a nuestro protagonista ser alineado habitualmente con quien fuera uno de sus compañeros de Reserva, y a la postre, uno de sus más fieles amigos, Willie Waddell, con quien coincidió durante toda su carrera como profesional.
Su debut en un encuentro oficial de Liga de Escocia, no obstante, se produciría recién el 2 de enero de 1937 ante el conjunto del Thistle at Firhill, y no podía haber sido más auspicioso, al haber convertido el único gol del encuentro. Su posición en el campo, que siempre había estado asociada al ataque, comenzaba a definirse como lo que hoy llamaríamos segunda punta.
En cuanto a sus capacidades futbolísticas, los expertos analizadores de aquel momento del fútbol británico señalan que se trataba de un futbolista con una gran capacidad para llegar a la definición de la jugada, con un sentido excepcional de los tiempos del área adversaria. Su cabezazo, era el arma letal que presentaba a pesar de no ser sumamente alto. La velocidad de su mente hacía el resto.
Con sus goles anotados por la Liga Escocesa, bajo el formato que la conocemos hoy en día, Thornton se ubica como el sexto goleador de la historia del Rangers, con 144 dianas, cifra que se hace más entendible si se consideran la menor cantidad de encuentros que se disputaban entonces, y que en sus mejores épocas apenas le permitían promediar 20 goles por temporada.
Sus presencia representando a Escocia, no obstante, no fueron tan continuas ni fructíferas, ya que apenas se puso la camiseta de su selección en ocho oportunidades, anotando apenas un gol ante Dinamarca. Cabe destacar en este apartado, que la irrupción de la Segunda Guerra Mundial jugó un rol preponderante, y no sólo en la ausencia de encuentros internacionales, sino como veremos más adelante, en la propia vida de Thornton.
No obstante, como si hubiera sido necesaria una compensación para quedar en la historia del fútbol de Escocia, el delantero formó parte de la obtención de 6 Ligas locales, 5 de la Copa Escocesa, y 2 de la Copa de la Liga. Entre esos años, destacó especialmente la temporada 1948/49, la única en la que el equipo logró alzarse con los tres trofeos al mismo tiempo. Sin embargo, no siempre participó de demasiados encuentros, ya que estuvo abocado a la Guerra, entre 1939 y 1944.
Felicitado por el mismísimo Bernard Law Montgomery

A los pocos meses se declaró la Segunda Guerra Mundial, y Willie no dudó ni un segundo en unirse al regimiento de soldados a caballo de Escocia, siendo enviado hacia el norte de África para librar batalla frente a las tropas hitlerianas que se habían asentado allí. Luego de ello, participó en las invasiones en Europa continental que permitieron la captura de Sicilia en manos de los aliados. Por su valentía en el frente de batalla, Thornton fue condecorado con la “Medalla de Honor”.

Luego de su retiro, a unos meses de haber abandonado los terrenos de juego, Thornton fue escogido como nuevo entrenador del Dundee, club del cual estuvo al frente por cinco temporadas, hasta 1959, cuando pasó a dirigir al Partick Thistle, institución en la que perduró otros nueve años, en los que por supuesto siguió ligado al fútbol.
No obstante, para la temporada 1968/69, fue llamado por David White para convertirse en su ayudante en el Rangers y no lo dudó ni un segundo. Paradójicamente, tras pocos meses en el cargo White presentó su dimisión para marcharse al Dundee, y entonces Thornton formó una nueva dupla, esta vez en el banquillo, con su querido Willie Waddell. Juntos estuvieron tres años, ganando únicamente la Copa de la Liga de 1971.
Luego de ello, Thornton se alejó definitivamente del fútbol y comenzó a trabajar por su cuenta para ganar algún dinero, aunque siempre era recordado no sólo por los aficionados del Rangers, por los que había goleado, sino por todos los escoceses, por los que había luchado en el frente de batalla. Su muerte, en 1991, fue sólo un salto a la eternidad, de esos que también daba en el campo para cabecear.

Fuentes – [WikipediaRangerspediaInside FutbolFree WebsFree Webs]

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Osei Kofi es un ex futbolista ghanés, probablemente uno de los más grandes que dio este país junto a hombres como Abédi Pelé. Desarrolló la mayor parte de su carrera en el conjunto local del Asante Kotoko, el club más importantes a nivel local, con el que se consagró campeón de varias ediciones de la Liga de Ghana, además de torneos menores como la Copa de la Liga.

Kofi fue un futbolista extremadamente hábil, sobre todo en consideración de la escasa preparación técnica que podía tener un deportista africano por ese entonces. Su calidad individual, y facilidad para el regate, logró que le apodaran de muchas formas, como “wizard dribble”, “el hombre de las cuatro piernas”, o “el hombre orquesta”, en consonancia con su gran variedad de regates.
Él mismo recuerda hasta el día de hoy aquellos días en los que comenzaba su carrera, y las giras realizadas por Europa, en las que no les daban dinero más que para la comida, y muchas veces terminaban jugando descalzos. Tampoco olvida, consultado por la Jabulani, cuando se desmayaban al cabecear las viejas pelotas de cuero mojadas. Agrega, además, que la técnica innata de los ganheses tiene que ver con que las danzas locales involucran mucho a los pies, más que en otras tradiciones de distintas partes de África.
Seguramente el recuerdo más latente que tengan los que le vieron actuar en directo, fueron sus encuentros disputados en la en la Copa Africana de Naciones de 1965, llevada a cabo en Túnez, en la que se convirtió no sólo en el goleador de su equipo, con tres anotaciones, sino que también ayudó a su equipo a transformarse en el campeón de la competencia, luego de derrotar a los locales por 3 a 2 en la prórroga, justamente con una anotación suya.
En la siguiente edición del mismo evento, volvió a deslumbrar al continente negro al anotar 4 goles, liderando a su selección a la final del torneo. No obstante, en el encuentro decisivo, la suerte le fue esquiva y finalmente Ghana terminaría contentándose con el subcampeonato, al caer en ese partido ante Congo por 1 a 0.
Cuenta la historia que, en 1969, mientras pasaba por uno de los mejores momentos de su carrera, Kofi rechazó varias propuestas del fútbol europeo, aduciendo que no quería alejarse demasiado de casa, y que el dinero, cerca de 30.000 libras esterlinas, no era la cuestión que lo movilizaba en la vida, por lo que muchos nos perdimos de saber realmente cual era su potencial en una competencia más fuerte.

Incluso, algunos especialistas sostienen que una de las grandes tardes en la vida de este jugador se produjo en un amistoso del Kotoko frente al Stoke City de Inglaterra, en el que se desempeñaba Gordon Banks, considerando el mejor guardameta del mundo, a quien le anotó dejándolo en ridículo frente a miles de británicos. A partir de allí, y por sus movimientos, se le nombró en Europa el “George Best negro”.

Pero seguramente la parte más interesante de la historia de este futbolista comenzó luego de su retiro a principios de los ´70, cuando decidió convertirse en sacerdote. Atrás quedaban las muchas distinciones obtenidas en su etapa de futbolista, como el premio al Mejor Jugador de Ghana, ofrecido ni más ni menos que por el entonces presidente del país, Kwame Nkrumah. Curiosamente, el camino escogido por Kofi no es novedad. Otros de los grandes jugadores africanos, y compañero suyo, James Adjei, hizo lo propio varios años antes.
Durante su trabajo como Coordinador de los Juegos Nacionales de Ghana, en más de una vez expresó su descontento con la Federación de Fútbol local, argumentando que no se le otorgaba a este deporte el reconocimiento que merecía, ni a sus héroes del pasado, el respeto que se les debía.
Esto, en el marco de la colecta “RENFAG”, que él mismo ayuda a realizar cada año para ayudar a los campeones de la Copa Africana de Naciones de su país que hoy se encuentran en situación de pobreza, y a quienes se ha olvidado, al punto de obligarlos a pagar las entradas para asistir a los partidos del país que representaron, como en el caso de Kofi, resignando sus sueños de progreso y riqueza.

Fuentes – [WikipediaDaily Guide GhanaPes Classic StatsBBCPeace FM OnlineGhana Soccer Net]

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Así como el “trinche” Carlovich era uno de los ídolos de Maradona en su juventud, junto con Ricardo Bochini; cuando a Pelé le preguntaban por sus futbolistas admirados de la infancia, no dudaba en señalar a dos: Zizinho, y Canhoteiro. Aunque el primero pasó a la historia grande gracias a su estadía en el Flamengo, y el haber sido uno de los mejores jugadores del Mundial de 1950 en su país, del otro sabemos poco y nada, hasta ahora.

Nacido bajo el nombre de José Ribamar de Oliveira, Canhoteiro llegó al mundo en la ciudad de Coroatá, el 24 de septiembre de 1932, y aunque apenas llegó a medir 1.68 metros de altura, o tal vez a raíz de esta cualidad, y su eje de movimientos cercanos al suelo, se mantuvo durante la mayor parte de su carrera en la posición de extremo izquierdo, destacando por una habilidad descomunal para sacarse rivales de encima. Su apodo lo retrata: “El Garrincha de la Izquierda”.
Nuestro protagonista, no obstante, comenzó su carrera en el conjunto del America de Fortaleza, debutando en Primera División cuando apenas tenía 17 años. A las pocas semanas, fue convocado para formar parte de la “selección local de Ceará”, en una época del fútbol brasileño en la que se estilaba generar combinados autónomos de cada zona geográfica del país.
Hay que destacar además, que según la leyenda, Canhoteiro, que significa “zurdito”, era en realidad diestro de nacimiento. Sin embargo, al chico no le gustaba estudiar, y para que lo hiciera, su padre le ataba su pierna derecha a una tabla, para que de esta forma no pudiera moverse. Cuando se alejaba, el pequeño tomaba el balón y lo desplazaba por las habitaciones de la casa con la pierna libre, su izquierda.
Luego de cinco temporadas en el America, en las que llegó a ser considerado como uno de los futbolistas más influyentes en la historia del club, le llegaron dos transferencias consecutivas en 1954. La primera a Paysandú, donde apenas permaneció unos meses, y la segunda, y mucho más definitiva, al San Pablo, donde alcanzaría el status de ídolo luego de ser pagado en unos 100.000 cruzeiros, la moneda de entonces, para reemplazar a Teixerinha.
La cuestión es que, de todas formas, Canhoteiro aún no era famoso a nivel estadual, y de hecho, pasaba los fines de semana en una banda de música, bastante improvisada, en la que llevaba adelante su sueño de tocar el violón de forma remunerada. En uno de sus encuentros de fin de semana con Paysandú, fue visto por ojeadores del San Pablo que se lo llevaron a la capital, abandonado su trabajo temporal de camionero.
Se dice que a su llegada al conjunto “tricolor”, Turçao, capitán del equipo y uno de los defensores más recios de Brasil, se “ofreció” a probar al recién llegado para ver si estaba apto para la máxima competencia. Los resultados fueron demoledores. Ni una vez el zaguero estuvo cerca de arrebatarle el balón al extremo. “¿Qué le voy a hacer? Es bueno y rápido. Es bueno porque me regatea con la cintura, y es rápido porque ni siquiera me ha dejado pegarle alguna patada. Que lo fichen” afirmó.
Ya al año siguiente de haber llegado al conjunto paulista, Canhoteiro participó, de forma decisiva, en la conquista del “Torneio Jarrito”. En 1957, en el mejor año del equipo por entonces, logró consagrarse también en la “Pequeña Copa del Mundo de Clubes”, en Venezuela, y también en el Campeonato Paulista, formando una letal dupla con el propio Zizinho, dejando en segundo plano al Santos de Pelé, ni más ni menos.

En 1957, de cara al Mundial de Suecia en el que finalmente Brasil se consagraría campeona del mundo por primera vez, Canhoteiro formó parte tres veces de las convocatorias, exactamente en la participación en el Campeonato Sudamericano de Lima, en la Copa “Oswaldo Cruz”, y en una misma gira del “stratch” previa a la competencia en Europa.

Misteriosamente, y a pesar de ser uno de los mayores ídolos brasileños, y contar con la condición de jugar en el estado de San Pablo, donde se desempeñaban casi todos los convocados del entrenador Vicente Feola, Canhoteiro quedó fuera de la lista mundialista, dejando su sitio ni más ni menos que a Mario Zagallo.
Algunos rumores de la prensa apuntaron a su estilo de vida bohemio y su supuesto miedo a volar en avión -algo que había hecho varias veces- como justificativos de una omisión irreparable en su carrera. No sólo eso, nunca volvió a ser convocado para representar a Brasil en un encuentro oficial. Incluso se cuenta que Feola, cuando entrenó al San Pablo en 1956, debió ir a buscarlo varias veces a las discotecas paulistas, a las que Canhoteiro acudía disfrazado.
Por otro lado, y ya en territorio sueco, Feola impuso a los futbolistas una serie de 40 condiciones extremadamente duras para la época, y absurdas en muchos casos. Por ejemplo, usar sombreros, o salir con paraguas, fumar cuando tenían el uniforme de la delegación, y hablar con la prensa fuera de las conferencias programadas. Incluso, fue la única selección en llevar un psicólogo a la cita mundialista. Poco tenía que ver el alegre y desenfadado Canhoteiro con todo ello.
Uno de sus encuentros más emblemáticos, no obstante, se produjo en 1958 contra el propio Santos de Pelé, en el que ambos conjuntos terminaron igualados 2 a 2, con todos los goles convertidos por sus respectivos cracks. Aparte de ello, eran clásicos sus duelos por la banda con el lateral del Corinthians, Idário.
En su paso por el San Pablo, llegó a disputar 415 partidos, en los que convirtió 103 anotaciones, además de las innumerables asistencias que sirvió con su pierna zurda. Incluso, llegó a participar en el encuentro inaugural del estadio Morumbí, en 1960, en un encuentro ante el Sporting Lisboa de Portugal.
No obstante, en 1961 su carrera se vería sacudida cuando, en un choque fortuito con el defensor Homero, también del Corinthians, le produjo una fuerte contusión y lesiones en el cerebro, que le valieron dos cirugías, luego de las cuales le costó muchísimo recobrar el nivel de antaño. Por eso, en 1963, aprovechó una suculenta oferta del fútbol mexicano, y se marchó, para jugar primero en el Deportivo Nacional, y luego en el Toluca; tiempo en el que se unió además a un grupo local de Mariachis.

Tras permanecer tres temporadas en el exterior, decidió regresar a su tierra, para sumarse al Nacional de San Pablo, y posteriormente fue transferido al Saad, del mismo estado. En ese momento, luego de un paso por el conjunto amateur del Araras, decidió que 1968 era un buen año para retirarse, y lo hizo, quedando para siempre en la historia como uno de los grandes ídolos del San Pablo.

Ya alejado del fútbol, sus años como ex deportistas le llevaron progresivamente a caer en la pobreza y los vicios, especialmente el alcohol, motivo por el cual comenzó a tener severos problemas de salud, que finalmente produjeron su deceso en agosto de 1974 a causa de un derrame cerebral, cuando apenas tenía 42 años.
Ya en 2003, el artista local Fagner Zeca Baleiro le dedicó una canción en su honor, que aún hoy es citada cada vez que se hace referencia a esta gloria olvidada del fútbol de los más veces campeones del mundo. Aquel que, cuentan quienes lo vieron jugar, pedía a veces a sus compañeros que no le pasasen el balón, para no tener que humillar más a su marcador.

Fuentes – [WikipediaPlayers LeyendsForca TricolorArquibancada]
 

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Aunque Croacia declaró su independencia el 25 de junio de 1991, diversos deportistas habían representado sus tierras cuando pertenecía a Yugoslavia. Entre ellos el nombre de Bernard Vukas destaca a simple vista por haber sido escogido como el más grande entre los grandes atletas croatas de todos los tiempos.

Vukas, nacido el 1 de mayo de 1927 en Zagreb comenzó su carrera en el club local Concordia, conjunto al que ingresó con apenas 11 años, cuando uno de los empleados del mismo le vio jugando en las cercanías de su casa junto a sus amigos. Durante su temprana adolescencia, su progreso fue meteórico, mostrando una exquisita técnica en todo el frente de ataque, pero sobre todo al volcarse sobre el sector izquierdo del terreno.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, fue transferido aunque en un monto menor, al conjunto del Amater Zagreb, donde estuvo sólo una temporada, sirviéndole igualmente como trampolín para llegar a la elite del fútbol yugoslavo, con sendos pases al NK Zagreb y el Hajduk Split, en 1946 y 1947. Para entonces ya era conocido cariñosamente como “Bajdo”.
No obstante, en el Hajduk encontraría su casa futbolística, asentándose en el equipo, y permaneciendo en el mismo por diez años, en los que llegó a disputar más de 200 encuentros oficiales, convirtiendo la interesante cifra de 89 goles, que le sirvió además para ser considerado uno de los mayores ídolos de la institución. A ello ayudó mucho, claro, el haber sido campeón de Liga en 1950, único equipo en hacerlo de forma invicta a nivel local; 1952 y 1955, siendo además goleador del torneo en este año, con 20 dianas.
Durante esta década, que cubrió los años de gloria de Vukas, logró ser parte habitual de la selección de Yugoslavia, al punto de integrar los equipos que acudieron a los Juegos Olímpicos de 1948 y 1952, y a las Copas del Mundo de 1950, en Brasil; y 1954, en Suiza. Su actuación más destacada, entre ellos, fue en los Olímpicos del ´52, en Helsinki, cuando logró la medalla de plata -nuevamente- al ser derrotado en la final por la brutal Hungría de Puskas, por 2 a 0, habiendo convertido tres goles en su cuenta personal.
En 1957, ya siendo amado por todos los yugoslavos, le llegó el reconocimiento internacional cuando el Bologna de Italia se planteó su fichaje. El mismo finalmente se llevó a cabo, siendo titular en el Calcio por dos temporadas, con un buen nivel, aunque su ansiedad por volver a casa que más fuerte, y para la campaña 1958/59 estaba firmado su vuelta al Hajduk.

En esta nueva etapa en el club de sus amores, que duró cuatro años, llegó a disputar otros 69 partidos, anotando apenas cinco goles, pero logrando siendo mucho más trascendente en la generación de juego. Más tarde, el fútbol austríaco llamó a sus puertas, y entre 1963 y 1967, de desempeñó, respectivamente, en el Grazer, el Kapfenberger y el Austria Klagenfurt; antes de regresar para una última temporada en el Hajduk.

Al retirarse, en 1969, Vukas totalizaba en uno de los más grandes clubes de la antigua Yugoslavia, un total de 615 encuentros disputados, y más de 300 anotaciones, si consideramos los partidos amistosos. Coleccionó además una característica “remera amarilla”, en reconocimiento a su magnífica temporada 1952/53, de parte de “Sportska Panorama”.
Uno de sus encuentros más recordados fue el “Inglaterra vs. Resto del Mundo”, que se disputó en conmemoración del 90º aniversario de la creación de la Asociación del Fútbol Inglés, en el mítico estadio de Wembley, y que finalizó con el marcador igualado a 4 goles. Tres años más tarde, también participó en Irlanda del Norte para un combinado de la UEFA que enfrentó a otro de Gran Bretaña, donde anotó un hat-trick.
Fallecería en 1983, el 4 de abril, cuando apenas tenía 55 años de edad, pero se mantenía cercano al mundo del fútbol, siendo entrenador en Belgrado. La noticia conmovió a la opinión pública, y al poco tiempo, la presión popular logró que sea reconocido al adjudicar su nombre a dos calles, ubicadas una en Zagreb y la otra en Split.
En el año 2000, Vukas fue elegido por la Federación Croata de Fútbol como el más grande representante de este deporte en toda la historia del país. Mientras tanto, en una encuesta masiva realizada por el diario “Večernji list”, lo consagró como el mejor deportista de la historia de Croacia.
Sepp Herberger, entrenador de la selección de Alemania de 1954, a la postre campeona del mundo, manifestó respecto a Vukas: “Es uno de los más grandes artistas del fútbol, tiene una habilidad inimitable, y la usa en beneficio de su equipo. Representa en prototipo de jugador moderno. No sólo es el mejor jugador de fútbol del mundo, es un ejemplo a admirar por todos los deportistas”.
Poco tiempo antes de morir, la televisión croata grabó un documental en el que Vukas cuenta toda su trayectoria futbolística, siendo hasta el día de hoy el mejor documento para honrar al deportista más grande de Croacia.

Fuentes – [WikipediaUvica SlanihPES Stats]

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La historia de Eurico Lara, nacido el 24 de febrero de 1897, es una de las más espectaculares de las que se han sucedido en Brasil, y esto dice mucho si consideramos a este país efectivamente como uno de los que más tradición posee en torno al deporte rey. Su vida, emparentada en iguales proporciones al Gremio como al ejército de su nación, fomentan una leyenda, que hoy sigue viva en el himno del club.

Nacido en la ciudad de Uruguaiana, este hombre conoció el fútbol y se hizo fanático del mismo cuando comenzó a disputar encuentros defendiendo al equipo del ejército local, su primera pasión. Por aquel entonces, las crónicas en Porto Alegre, la ciudad brasileña importante más cercana, hablaban de un portentoso arquero, el cual salvaba constantemente a su conjunto de las derrotas gracias a sus grandes intervenciones.
Los dirigentes del Gremio no tardaron demasiado en oír los comentarios de quienes habían visto “in situ” a Lara, y por eso enviaron un ojeador hacia Uruguaiana para que captara sus propias impresiones, y les diera su aprobación para realizar la contratación. Sin embargo, luego de sorprender a esta persona con sus actuaciones, Eurico también le sorprendería al manifestarle que no tenía ningún interés en trasladarse de su ciudad para ir a jugar al Gremio.

Sin embargo, ni lentos ni perezosos, los altos mandos del Gremio arreglaron con sus pares del ejército brasileño para que Lara sea traspasado a defender sus tropas a Porto Alegre, y entonces convencerlo de que se sume al club. Aunque la historia cuenta que en un primer momento aceptó ingresar al equipo, aparentemente sostuvo que el no era arquero, sino que lo hacía porque en el ejército nadie más quería atajar. Finalmente, fue persuadido para convertirse, y allí su vida cambiaría significativamente.

Al mismo tiempo que ascendía niveles dentro del ejército, Lara se convirtió en una pieza indiscutible del equipo de Gremio, llegando a obtener, a la larga, los Campeonatos de la Ciudad de Porto Alegre de los años 1920, 1921, 1922, 1923, 1925, 1926, 1930, 1931, 1932, 1933 y 1935; y los Torneos “Gauchos” de 1921, 1922, 1926 y 1931.

Durante ese tiempo, su reputación como guardameta en el centro de Brasil fue creciendo a pasos agigantados, y especialmente con ello contribuyó su actuación en un encuentro de 1922, por el “Torneo Preparatorio”, entre un representativo gaucho y uno paulista, en el que los primeros vencieron por 4 a 2, siendo muy inferiores en los papeles previos. El público le consagró la figura del partido, al ingresar miles de personas al terreno de juego con el único afán de felicitarlo.

Lo increíble del caso, es que aunque se suponía que estos dos combinados formarían la base de las selección brasileña que disputaría los siguientes torneos continentales, Lara nunca fue llamado para representar a su país en un campo de fútbol, cuando incluso Arthur Friedenrich, para algunos el mayor artillero de la historia del fútbol brasileño, afirmó en ese momento que se trataba del mejor en su puesto.
En 1930, acompañó a las fuerzas revolucionarias de su país que escribieron una de las páginas más importantes en la historia de Brasil, al ayudar mediante un golpe de estado a la asunción de Getúlio Vargas como presidente, cargo que detentó en ese momento por 15 años.
En septiembre de 1935, cuando ya era toda una gloria deportiva de su país, e incluso Teniente del ejército, se le diagnosticó Tuberculosis, y los médicos le dijeron que, a sus 38 años, lo más prudente era que abandonara la práctica deportiva, ya que sus pulmones estaban muy débiles. El único problema a la vista, era el clásico “Gre-nal” que debía disputar ante el Inter de Porto Alegre una semana más tarde, y que no se perdería por nada del mundo.
La cita no era importante sólo por tratarse del clásico predominante en la región, sino que en 1935 contaba con el agregado de que se cumplían 100 años de la “Revolución Farroupilha”, sumamente trascendente para el sur de Brasil. Además, Gremio venía segundo, sólo un punto por detrás del Inter, y para salir campeón debía derrotarlo, ya que un empate lo desfavorecía.
Los fanáticos del equipo, incluso algunos de los cuales le pedían a Lara que no jugase para preservar su estado de salud, presenciaron aquel día una de las mayores exhibiciones de un futbolista con la casaca del Gremio. Eurico fue la gran figura de la primera etapa, pero nunca salió a disputar la segunda.
En el entretiempo se descompensó y debió ser asistido en el estadio, desde donde el servicio de urgencias lo trasladó hacia el Hospital “Beneficência Portuguesa”, y aunque lograron estabilizarlo, nunca más saldría de allí. El 6 de noviembre, y luego de dos meses de luchar contra la enfermedad, fallecía uno de los más grandes futbolistas que había tenido Brasil hasta el momento.
Su entierro fue presenciado por miles de fanáticos, no sólo del Gremio sino también del Inter, que se rindieron ante la entrega de un hombre que sacrificó incluso lo último que le quedaba de vida por ayudar a su equipo en la cancha.
Sin embargo, la actitud de Lara no sería en vano, ya que además de ganar el Gremio el partido por 2 a 0, cuando el artista brasileño Lupicínio Rodrigues se encargó de escribir la letra del himno del Gremio, en 1953, al cumplirse medio siglo de su fundación, incluyó el nombre de nuestro protagonista en la estrofa que reza “Lara, o Craque Imortal, / Soube o seu nome elevar. / Hoje, com o mesmo ideal, / Nós saberemos te honrar”. Es el único futbolista nombrado en el himno de un club de Primera en Brasil.

Lo interesante del caso además es que, como muy pocas personas vivas han visto jugar a Lara, la cantidad de leyendas que circulan en torno a su nombre son infinitas, aunque algunas de ellas poseen un sustento histórico que las avalan, y su nombre ha quedado guardado en la historia de Porto Alegre, ciudad que ha denominado así una de sus calles.

Por ejemplo, Salim Nigri, uno de los “torcedores” más característicos del Gremio, y quien vio actuar a Eurico, contó algunas de las historias y fragmentos de la vida de Lara, como el primer encuentro con su entrenador en Gremio, cuando aclaró que no era arquero realmente.
Otra de las versiones que figuran es que disputando un encuentro por el Campeonato Brasileño, Lara llegó a lastimarse los dos brazos en un choque ante un rival, pero que siguió jugando por su intención de no dejar a su equipo con un hombre menos.

Finalmente, otra de las leyendas contaba que Lara había muerto en plena disputa de aquel “Grenal Farroupilha”, luego de detener un penal a uno de sus hermanos, que jugaba con la camiseta del Inter de Porto Alegre. La tradición fue luego descartada ya que están los registros de su deceso dos meses después en el Hospital local, y no existen datos de algún hermano suyo jugando en el rival de toda la vida.

Agradecimientos – @MoncayoJonathan

Fuentes – [WikipediaClic RBSGremio.NetReliquias do Futebol]

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El nombre de Willie Johnson saltó a la fama durante el Mundial de 1978, cuando luego del enfrentamiento entre las selecciones de Escocia y Perú, aquel fino mediocampista fue mandado a su casa de nuevo por haberle dado positivo el control antidoping, en este caso por consumo de una sustancia denominada “Reactivan”, pero más allá de eso, las vicisitudes que marcaron su carrera fueron las propias de un tipo distinto, que deslumbró a quienes más cercanos a su locuras fueron.

Comenzando por el principio, debemos decir que Willie comenzó su carrera en el Rangers de su país, jugando casi siempre como extremo izquierdo, y en este club desarrolló buena parte de la misma, aunque algo alejado del sello distintivo de paranoicas acciones que lo caracterizarían cuando ya era un futbolista consolidado.
Su capacidad de desborde, en buena parte ayudada por sus condiciones físicas y técnicas, que le hacían uno de los jugadores más completos de Europa, le permitió disputar 211 encuentros con el equipo de Glasgow, en los que convirtió 89 goles. Además, en su último año en la institución formó parte del conjunto que se consagró campeón de la Copa de Europa de 1972, derrotando en la final de la competencia al Dinamo de Moscú por 3 a 2 con dos goles suyos, siendo el único escocés en anotar por duplicado en una instancia definitiva en el viejo continente.
Su salida del Mundial de1978

Luego de ello, aprovechando que su figura se había hecho conocida internacionalmente, firmó un contrato por un mes con el Hakoah Sydney, hoy denominado Sydney City Soccer Club. A su regreso, todo estaba listo para su transferencia al West Bromwich Albion, que le permitiría probar suerte en la Premier League, y le costaría a los ingleses 138.000 libras esterlinas, récord momentáneo del club.

En este club también se transformó en uno de los futbolistas emblemáticos, y por tal motivo permaneció en el mismo siete temporadas, hasta 1979, en las que registró 207 partidos disputados, aunque en este caso con apenas 18 goles convertidos.
Sin embargo, su incidente en el Mundial de Argentina le había jugado en contra, a pesar de que juró por su inocencia miles de veces, y su nivel comenzaba a decrecer, por lo que aceptó una oferta del fútbol norteamericano, y más concretamente, de los Vancouver Whitecaps. La Federación le vetó de por vida para representar a su país, y perseguido, decidió marcharse.
En Estados Unidos fue justamente donde cosechó esa fama de “loco” que le acompañaría el resto de su carrera, cuando en una ocasión, al convertir un importante gol para Vancouver, salió feliz a festejarlo con el banco de suplentes, para enterarse luego de que en realidad, en medio de la emoción, había abrazado a sus rivales.

Por si fuera poco, en un encuentro local ante el San José, cuando se disponía a patear un córner, y ante la evidente mirada del árbitro, se acercó a una de las tribunas del estadio, bebió de una botella de cerveza que había en las gradas, y sólo entonces lanzó el balón. La maniobra no pudo ser más afortunada, ya que el tiro de esquina terminaría en gol de su equipo.

En la actualidad, junto a su bar

Luego de esa temporada en Estados Unidos, regresaría a la isla, para jugar primero como cedido en el Birmingham, y luego regresar en 1980 al Rangers, donde apenas si jugó, pero se encontró con la afición que le había adorado años atrás. Sin embargo, sus actuaciones desopilantes no conocerían de fronteras.

De hecho, en un encuentro ante el Aberdeen, un jugador rival debió ser reanimado mediante respiración boca a boca, luego de que Willie lo chocara intencionalmente. Como defensa, nuestro protagonista argumentó que en realidad había ido con tal dureza en búsqueda de la pelota, porque creía que el rival en cuestión era William Miller, el emblemático portero del Aberdeen por aquel entonces. Esto dio lugar, en buena parte, a una tradición de “clásico moderno” entre los dos clubes.
Pero “Bud”, como se le conocía cariñosamente, ya había pasado por experiencias amargas anteriormente, cuando fue suspendido por 63 días tras un intento de agresión a Alex Forsyth.
Posteriormente, Johnston regresó a Vancouver, y más tarde también jugaría en el Heart of Midlothian, de Escocia; el South China AA; y el East Fire, también de Escocia, donde se retiraría en 1985.
En 2004, ya alejado totalmente del fútbol, Willie fue nombrado por los fanáticos del West Bromwich como el 16º mejor jugador de la historia del club, y en la actualidad, vive en la ciudad de Kirkcaldy, donde su hijo Dean atiende un pub, “The Port Brae” en el que se incluyen muchos de sus recuerdos sobre su paso por los terrenos de juego alrededor del mundo.
Fuentes – [WikipediaThe GuardianFútbol Inglés]

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Nacido en Argelia, el 12 de septiembre de 1905, Alexandre Villaplane puede ser considerado seguramente como el futbolista con la trayectoria más cuestionable fuera de los terrenos de juego. Habiendo sabido ser un líder para su país de representación, Francia, supo ser uno de los más fuertes aliados nazis una vez retirado. Su historia, digna de mención.

Villaplane, mediocampista durante su carrera, había jugado profesionalmente en los equipos de Sete, Nimes Olympique, Racing Club, FC Antibes, y Niza, entre los años 1921 a 1934, siendo uno de los jugadores más destacados de Francia en estas décadas y, de hecho, el capitán del seleccionado galo que concurrió al primer Mundial de la historia, el de Uruguay 1930. Su personalidad avasallante era la clave de su dominio en el terreno, que había demostrado, aunque sin éxitos deportivos, en los Juegos Olímpicos de 1928.

Su trayectoria como deportista comenzó a mancharse hacia finales de la temporada 1932/33, cuando el Antibes, club en el que jugaba, fue encontrado culpable de una serie de arreglos de encuentros, y las sospechas cayeron entonces sobre el propio Villaplane. Aunque no se pudo demostrar su participación en el hecho, sus movimientos oscuros condenarían su vida de allí en adelante.

La temporada siguiente, siendo ya jugador del Niza, era un habitué en las apuestas de caballos en el hipódromo local, habiendo perdido casi todo el dinero que había ganado en su extenso periplo por clubes franceses. Incluso, a pesar de haber intentado volver a la actividad en el Hispano Bastidienne, un equipo de Segunda División, desistió y comenzó a buscarse otras actividades.

A la derecha, arriba, como capitán de Francia en Uruguay 1930

Los siguientes años, lo volvieron un habitante frecuentes de las cárceles de todo el país, a las que ingresaba siempre como culpable de hechos menores, casi todos relacionados con casos de corrupción y demás.

Pero sus contactos -y sus malas decisiones- le jugaron definitivamente una mala pasada, cuando encontró, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en la causa nazi como un buen puente para ganar algún dinero. Fue así que se unió a la brigada del norte de África, convirtiéndose en uno de los líderes del escuadrón denominado “SS Muhammad”.
Ya en 1940, a las pocas semanas de haber emprendido esta repudiable actividad, que se basaba generalmente en extorsionar a las familias judías, fue condenado a seis meses de prisión. A su salida, se unió a los líderes de la Gestapo en Francia, Henri Lafont y Pierre Bonny, especializándose en la venta del oro que le quitaban a sus prisioneros.
A sabiendas de que era perseguido por los propios franceses, en 1942 se trasladó a Toulouse, donde su ex compañero Luis Cazal le conseguiría una identificación falsa. Aunque lo volverían a encerrar por venta ilegal de piedras preciosas, al año siguiente consiguió ser liberado, y nombrado al poco tiempo uno de los cinco jefes de la Brigada del norte de África. Allí fue “condecorado” con el rango de “Untersturmführer”, utilizado tanto por la SS, como por la SA.
Ya en ese mando, su sección fue la encargada de atacar la resistencia de partidarios franceses, negociando la vida de 52 personas a cambio de dinero, que luego fueron asesinadas durante la “Matanza de Oradour-sur-Glane”.
Finalmente, sería condenado a muerte el 1 de diciembre de 1944 tras haber sido arrestado el 24 de agosto anterior, por su participación comprobada al menos otros diez asesinatos de personas inocentes, y sería ejecutado por un pelotón de fusilamiento el 26 de diciembre de 1944 en el Fuerte de Montrouge.
En los juicios en su contra, que duraron apenas días por la clara evidencia, el fiscal sostuvo que “varios testigos contaron haber visto, con sus propios ojos, como Villaplane arrancaba de las manos las joyas a judíos y gitanos, aún ensangrentados y moribundos. En su rostro, se reflejaba una profunda sonrisa de satisfacción. Parecía casi fortalecido”. Cuentan además las crónicas, que para salvar a alguien de una muerte segura, le pedía una cifra cercana a los 400.000 francos. Impagable.
Villaplane, que había sabido ser el primer futbolista africano en representar a Francia, uno de los mejores mediocampistas de su época, y el mejor cabeceador del fútbol por aquel entonces, será recordado siempre por la impresionante cantidad de crímenes que se le conocen, cuando muchos otros sólo quedan en la cada vez más borrosa memoria de quienes sufrieron su despiadado carácter y ambición sin límites.

Fuentes – [WikipediaThe GuardianInside Football]

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