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Archive for January, 2012

En su presentación en el Flu de Feira

Si uno lee rápidamente el nombre de este atacante puede llegar a pensar en alguna de las películas en las que el actor Alain Delon fue protagonista. Pero no, la vida actoral de este futbolista sobre los terrenos de juego, aunque comenzó con el mismo fulgor que la cinematográfica del francés, ícono del cine europeo, ha visto como el final del libreto que se le tenía asignado le movió de su lugar de futura estrella para dejarlo entre los actores de reparto de su país.

Allan Dellon, el Allan Dellon Santos Dantas que pertenece a nuestro mundo, el del fútbol, nació en la ciudad brasileña de Vila Velha a comienzos de 1979, en el estado de Bahia, y luego de destacarse, como la mayoría de los niños sudamericanos, en las calles y terrenos de su barrio, fue convocado para una prueba por un par de ojeadores del Vitoria, uno de los clubes más populares de la región, que no dudó en ficharlo definitivamente a pesar de sus ya 16 años.

Tras un par de años que le servirían como período de adaptación al deporte de alta competencia, Dellon había demostrado tener una increíble capacidad para generar jugadas desde sus pies, y gracias a su visión privilegiada del terreno de juego, por lo que fue retrasado de su posición original de delantero a la de “meia”, lo que en España puede ser llamado mediapunta, o en Argentina, “enganche”.


Dellon era considerado una de las perlas juveniles del Vitoria, al punto de que fue uno de los máximos goleadores de sus divisiones juveniles en el poco tiempo que estuvo, y que buena parte de la torcida sabía ya de sus proezas antes de llegar a debutar en el primer equipo. Eso sucedió concretamente en 1997, logrando a partir de allí convertirse en una de las esperanzas más firmes del fútbol brasileño.

No obstante, y a pesar de sus primeros meses con grandes actuaciones en el Vitoria, la magia de Allan Dellon se fue desinflando poco a poco, aunque ello no logró que dejara de tener por entonces el récord de goles anotados en el estadio “Barradao”, que el club había inaugurado en 1986, llegando hasta las 40 conquistas, honor que recién en 2010 le arrebataría el futbolista Ramon Menezes.

Su estadía en el club se estiró hasta 2003, sobre todo porque en los últimos años el Vitoria esperaba que llegase alguna suculenta oferta de Europa, como las que habían desechado cuando aún era considerado una promesa. El ofrecimiento llegó, pero no fue del “viejo continente”, sino de México, del Querétaro, y él dispuesto a probar suerte en un nuevo equipo, lejos de sus tierras, decidió aceptar su marcha.

Allí llegó para jugar el torneo Apertura de ese año en México, y aunque dejó ver destello de su calidad en los “gallos blancos”, su falta de actitud en algunos encuentros, sumado a los comentarios sobre su agitada vida nocturna, lograron que no fuera tenido en cuenta a sólo seis meses de haber llegado. Su destino, y ya de forma definitiva, volvería a ser Brasil, pero esta vez para jugar en el Vasco da Gama. Su pase, aún pertenecía al Vitoria.

En el Vasco mostró un relativo un buen nivel, aunque no siendo siempre titular, pero logró volver a ser enfocado dentro de los límites del fútbol local como un jugador interesante. Por eso, una vez vencido su préstamo en 2005, el Sport de Recife decidió hacerse con su fichaje. En este equipo su suerte no mejoraría: apenas dos encuentros jugados en varios meses, sin goles anotados, y un par de lesiones de gravedad fueron el saldo.

Pero el 2006 llegaría con mejores noticias para el futbolista con nombre de actor, que se iría transferido al Brasiliense, donde se convirtió en una pieza clave del equipo en esa temporada, al punto de disputar 40 encuentros en un año, logrando además marcar 18 tantos en ese lapso, y su carrera parecía volver a encaminarse.

Sin embargo, preso posiblemente de sus propios temores a no mantener un rendimiento tan alto, aceptó una propuesta del Juventus de San Pablo, uno de los clubes menores de esta gigantesca ciudad brasileña. Allí estuvo hasta la mitad del año 2008, sin mostrar tampoco lo mejor de su juego, y habiendo dejado su condición de futura estrella sólo como un tragicómico recuerdo de sus primeros pasos profesionales.

A mitad de ese año, su nueva aventura lo llevó al Ceará, donde apenas pudo jugar un puñado de partidos, convirtiendo un gol. En los siguientes meses, los pases serían una constante en su trayectoria, jugando en sólo dos temporadas en el Brasiliense, el Ceilandia, el América de Natal, y nuevamente el Ceilandia, antes de recalar a mediados del año pasado en el Vilavelhense. Sí, el club que se llama igual que su ciudad de nacimiento, el más grande de ella.

Seis meses en su pueblo de origen lo haría reencontrarse con su familia y amigos, pero no con el fútbol que había dejado escapar en algún momento de su carrera, sin saber donde. A comienzos de este año, se confirmó su pase al Fluminense de Feira, un conjunto hecho a imagen y semejanza del Fluminense de Rio de Janeiro, pero que juega en el campeonato estadual de Bahia.

Aunque a sus 32 años dice que sueña con regresar a un equipo grande como el Vitoria o el Bahia, este atacante con nombre de actor sabe que sus mejores años han pasado. Pero no en vano, ya que deja 7 títulos con el Vitoria, gracias a 4 Campeonatos Baianos y 3 Copas del Nordeste; y 2 Campeonatos Brasilienses, uno con el propio Brasiliense, en 2007, y otro con el Ceilandia, en 2010.

Fuentes – [WikipediaFutebol Bahiano]

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Francis Arthur Marindin, nació el 1 de mayo de 1838 en la ciudad de Weymouth, Inglaterra, siendo el segundo hijo del reverendo Marindin, de la región de Chesterton, y su esposa Isabella, que a su vez era hija de reconocido Andrew Wedderburn Colville, formando una de las familias aristocráticas más importantes de la época en Gran Bretaña.

El pequeño fue educado en el Colegio Eton, y posteriormente pasaría a completar su formación académica en la Real Academia Militar de Woolwich, logrando luego formar parte del pelotón de destacados ingenieros que se concentraban entre ellos, como sucedía con cada una de las distintas profesiones del recinto. Allí llegaría, al cabo de un tiempo, al rango de Coronel.

En 1854, y con apenas 16 años, fue enviado como parte de este escuadrón a luchar en la Guerra de Crimea, que enfrentó al Imperio Ruso, en un bando, contra con unión de naciones, como lo eran en ese momento el Reino Unido, Francia, el Imperio Otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña. La contienda bélica se desarrolló en la península de Crimea, cerca del Mar Negro. No obstante, Francis se mantuvo alejado del frente de batalla por su nula experiencia.

A su vuelta, y desde 1860 hasta 1863, desempeñó el puesto de secretario principal de Sir William Stevenson, gobernador de Madagascar, que hasta entonces era una de las tantas dependencias que Inglaterra poseía boyando en el mundo. En esta etapa, además fue empleado de una de las compañías británicas más importantes de las que se habían asentado en África.

Nuevamente en su tierra, volvió a reincorporarse al Royal Engineers, es decir, la Academia Militar a la que pertenecía, y que desde 1863 contaba con su propio equipo de fútbol. Marindin no lo dudó ni un segundo y amante de los deportes como lo era, tomó un puesto en la defensa del equipo desde 1872, cuando en su primera temporada, y con él como capitán, el conjunto logró llegar a la final de la Copa FA, en la que caería derrotado ante el Wanderers 1 a 0, con gol de Morton Betts.

Luego de esta gesta, el Royal Engineers comenzó a hacerse famoso por ser uno de los pocos clubes de la región que intentaba jugar lo que por entonces se denominó “juego asociativo”, o “combinativo”, es decir, la preponderancia por el intento de tratar bien el balón, en lugar de apostar a los balones largos o las cualidades individuales de cada uno de los futbolistas que componían el conjunto, como se estilaba.

El Royal Engineers en 1872. Sir Francis Marindin, parado en el centro.

Al año siguiente, el equipo no logró llegar a la final, pero sí lo hizo dos temporadas más tarde, en 1874, cuando esta vez el rival fue el equipo de la Universidad de Oxford, que nuevamente dejó sin la gloria al Royal Engineers, al derrotarlo por 2 a 0, con anotaciones de Charles Mackarness y Frederik Patton.

1875 sería, definitivamente, el año de la consagración para el equipo de las fuerzas militares. La final de la FA Cup de ese año era ante el Old Etonians, y el primer encuentro terminó igualado 1 a 1 con goles de Henry Renny-Tailyour para los hombres de Marindin y Alexander Bonson para sus contrincantes. En la revancha no hubo color, el Royal Engineers se impuso por 2 a 0, cortesía de Cecil Wingfield-Stratford y, nuevamente, Henry Renny-Tailyour.

La alegría parece completa, pero no lo era. Francis Marindin no se encontró en cancha en ninguno de los dos encuentros. Había sido llamado de improvisto para cumplir una misión oficial, y por eso no pudo estar junto a sus compañeros, como sí lo había hecho a lo largo del torneo. Pero esta actividad paralela que desarrollaba poco tenía que ver con la milicia, sino que estaba asociada a su nueva ocupación: ser el tercer presidente de la Federación de Fútbol de Inglaterra, la FA.

Marindin desarrolló ese cargo con enorme eficiencia, al mismo tiempo que abandonó la práctica del fútbol como jugador para convertirse en árbitro, posición desde la cual le tocó dirimir la suerte de los finalistas de la Copa FA hasta en ocho oportunidades, siete de ellas consecutivas entre 1884 y 1890. La más curiosa, la de 1886, fue la primera en jugarse fuera de Londres, que consagraría al Blackburn Rovers ante el West Bromwich Albion por un global de 2 a 0.

Sin descuidar su labor dentro de los terrenos de juego, desde 1875 Francis también se había convertido en Inspector de la Cámara de Comercio de la ciudad, siendo toda una celebridad de la misma, y llegando, dos décadas después, a ser ascendido a la posición de Inspector General de Ferrocarriles de Inglaterra, por lo que se pasaba el tiempo recorriendo el país buscando imperfecciones en las máquinas.

En este puesto, redactó un detallado informe sobre accidentes de ferrocarriles que sería destacado por el siguiente acto parlamentario, que aseguró que a partir de allí las leyes de esta industria estarían regidas por sus estudios. Gracias a este magnífico desempeño, logró Marindin que en 1897 se le reconociera como miembro de la Orden de San Miguel y San Jorge, en su segundo escalafón jerárquico, “Caballero Comandante”.

Más allá de todo eso, a los cuatro años de haber adquirido el reconocimiento absoluto de quienes formaban parte de cada una de las disciplinas en las que se formó y desarrolló, fallecería luego de algunos problemas de salud, en su propia casa. Era el 21 de abril de 1900. Pasó hace más de 111 años, pero su historia está más viva que nunca.

Fuentes – [WikipediaAncestrySpartacus EducationalIFFHSIFFHS]

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En sus últimos años en el Jubilo Iwata

Probablemente el nombre de Masashi Nakayama le suene a algún muy fanático del fútbol que recuerde todo de los Mundiales, o por qué no, a quien se atreva a tener conocimientos medianamente profundos sobre la J-League de Japón. La realidad es que nuestro protagonista de hoy no ha adquirido demasiada notoriedad fuera de estos círculos, aunque dentro de ellos, la vigencia le pinta de cuerpo entero.

De Nakayama debemos saber que nació en el barrio de Okabe, en Shizuoka, el 23 de septiembre de 1967, y aunque sacando la cuenta rápidamente podríamos creer que se trata de un ex futbolista consagrado, con alguna historia resonante a cuestas, lo cierto es que ha sido escogido para ilustrar estas páginas, porque a sus 44 años él ha decidido seguir escribiendo su propio cuento, aún como profesional, y eso lo distingue.

Masashi comenzó su carrera siendo apenas un adolescente, cuando se unió a las fuerzas del Fujieda-Higashi H.S. Con apenas 16 años,  ya que el equipo tenía su sede cerca del centro escolar donde estudiaba por las mañanas. No obstante, dos temporadas más tardes ya se había hecho un nombre en su región, y por eso fue contratado, aunque en una cifra irrisoria y por cuestiones de aprendizaje, por el conjunto de la Universidad de Tsukuba, famosa en Japón por haber sido cuna de otros importantes deportistas, políticos y académicos.


En este equipo jugó, aunque de forma amateur claro está, entre los años 1986 y 1990, convirtiéndose desde luego en uno de los referentes históricos en lo que a futbolistas refiere dentro de la casa de estudios. Pero al finalizar los mismos se dio cuenta de que era más fuerte su amor por el deporte que por los libros, y no dudó en aceptar una propuesta del conjunto Yamaha Motors, que lógicamente era “bancado” por la gigante automotriz.

El problema en este conjunto fue que, a pesar de que había logrado el ascenso a Primera División en 1988, no pudo acoplar sus instalaciones ni logística a la categoría más profesionalizada del fútbol nipón, y por tanto, la propia Yamaha decidió autorelegarse nuevamente a Segunda. Todo cambio en 1994, cuando sí se aprovechó la oportunidad de arribar a la máxima categoría, de la mano de futbolistas como Dunga, de decisiva influencia en sus compañeros. Para entonces, el equipo ya se llamaba Júbilo Iwata, y tenía como objetivo afianzarse entre los grandes de la J-League.

En los años que comprenderían desde el afianzamiento en Primera, hasta el tener la posibilidad de luchar títulos, la eficacia de Nakayama creció considerablemente, siendo siempre un titular indiscutible de su conjunto. Concretamente, entre 1994 y 1997, anotaría 30 goles en 84 encuentros, cuando además su promedio de la Universidad era de cerca de un tanto por partido.

En el Mundial de Francia 1998

Desde ese mismo 1997, comenzaría la etapa de mayor gloria del Júbilo Iwata, ya que en los siguientes seis años, el club se alzaría con tres ediciones de la J-League, finalizando además segundo en las otras tres oportunidades. Sus actuaciones en otras competencias fueron igualmente destacables, obteniendo una Copa del Emperador, el trofeo más importante de Japón; además de dos Supercopas locales.

Llegado 1998, Nakayama lograría establecerse como un eterno del fútbol japonés y mundial, al lograr convertir 3 o más goles en cuatro partidos consecutivos. Fue en abril se ese año, marcando 4 veces al Cerezo Osaka, otras 4 al Sanfrecce Hiroshima, nuevamente 4 frente al Avispa Fukuoka y 3 dianas al Sapporo Consadole.

Durante estas temporadas, Nakayama terminaría de convertirse no sólo en un referente del equipo, aportando una cantidad de goles por encima de la media de uno cada dos encuentros. Esto le serviría además para participar en los Mundiales de Francia, y Japón y Corea, anotando el único gol de su selección en el primero de ellos, ante Jamaica, pero siendo suplente en los encuentros del que se disputó en sus tierras, y terminando sin conquistas en éste.

Luego de aquellas temporadas de gloria, la realidad del Júbilo Iwata comenzó a alejarse de la posibilidad de disputar instancias finales de los torneos que jugaba, lo que provocó también una considerable merma en el rendimiento de nuestro protagonista, que ya nunca volvió a las cifras de antaño. Durante algún tiempo incluso, se llegó a especular con la posibilidad de su retiro ya que no le veían utilidad dentro del equipo, y sus ya más de 36 años.

Sin embargo, y a pesar de ello, Nakayama siguió siendo titular indiscutido en el Júbilo Iwata hasta el 2009, y aunque no ya como titular en la mayoría de las alineaciones, sí recibiendo siempre el mismo apoyo por parte de los fanáticos del Júbilo, que incluso le dedicaban una canción especial a su nombre. No es para menos, ostenta hasta hoy el récord histórico de anotaciones en la J-League, con 157 goles.

Ya en el Sapporo Consadole

Cuando en junio de ese año su contrato expiraba, muchos de los integrantes del Iwata estaban listos para homenajearlo como era debido, y de hecho lo hicieron. Sin embargo, ellos pensaban que Masashi podría desempeñar algún otro rol dentro del club, con sus 42 años y la basta experiencia conseguida a través de carrera en el deporte de elite. Él los sorprendió con su respuesta: ya tenía un contrato firmado con un club de Segunda.

Se trataba justamente del Sapporo Consadole, un grande del fútbol japonés venido a menos, que esperaba su pronto regreso a la élite, contratando para ello a algunas figuras locales, como en el caso de Nakayama. Desde entonces, y por ya tercera temporada, este futbolista se encuentra activo, a pesar de haber cumplido 45 años hace unos meses. Todo un ejemplo de perseverancia, digno de las más míticas tradiciones orientales.

Su relación con la televisión

Pero la carrera de Nakayama se ha visto rodeada también de otras curiosidades que nada tienen que ver con su vigencia dentro de los terrenos de juego. Entre ellas podemos nombrar que está casado con la reconocida actriz Tomoko Ikuta, famosa en Asia por ser una de las voces protagonistas de la series más famosas a nivel local, “Dae Jang Geum”, que se traduce como “Una Joya en el Palacio”.

Además, el propio Masashi tuvo sus apariciones en la televisión de Japón, al interpretar la voz de su propio personaje animado, que hacía de invitado en la serie de manga y anime “Corazón Hambriento: Goleador Salvaje”. Este programa también cuenta con una gran audiencia en Asia, al punto de que los equipos que allí aparecen se encuentran auspiciados ni más ni menos que por la compañía deportiva Puma.

Por último, durante su momento de mayor apogeo, Nakayama supo ser el hombre de la portada en el lanzamiento del videojuego de consola “Winning Eleven”, en sus ediciones japonesas de los años 2002 y 2003, correspondiendo ambas a la zaga llamada “WE 6”.

Fuentes – [WikipediaTaringaPES Stats DBIFFHSJubilo IwataFútbol con Propiedad]

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Vitto, Lucidio y Primo Sentimenti

Si antes hablamos de la historia de los siete hermanos Brown, cinco de los cuales coincidieron en el nacimiento del fútbol argentino como parte del plantel de Alumni, y que, por si fuera poco, además contaban con un primo futbolista, lo que elevaba a ocho la cantidad de componentes del clan que se dedicaron a este deporte; no podemos dejar de lado el relato acerca de los Sentimenti, la pintoresca familia de futbolistas de la zona de Bomporto, Italia.

Lo primero que debemos saber, desde luego, es cómo se daba la conformación de esta familia de futbolistas, con sus dos ramas. Por un lado venían cinco hermanos, en el siguiente orden: Ennio, Arnaldo, Vittorio, Lucidio y Primo; y como si fuera un capricho del destino, también eran futbolistas profesionales, ni más ni menos que su primo Lino, el hijo de éste, Roberto, y su nieto, Andrea.
Comenzando por el más destacado de todo el clan, vamos a hacer referencia a Lucidio Sentimenti, el cuarto de los hermanos, nacido el 1 de julio de 1920, y que durante su carrera representó los colores de Módena, Juventus, Lazio, Vicenza, Cenisia y Torino, destacando sobre todo sus pasos por Turín y Roma. Como curiosidad, al comienzo de su carrera, y aunque era arquero, también disputó algunos encuentros como atacante, anotando 7 conquistas, 5 para la “vecchia signora”.
Lucidio fue uno de los mejores porteros de las décadas del ´40 y el ´50 en el Calcio, al punto de que llegó a jugar en varias ocasiones para la selección de Italia, siendo su momento más dulce la convocatoria al Mundial de 1950, en el que fue titular en la derrota ante Suecia por 3 a 2, que a la postre significaría la eliminación de los italianos de la cita en Brasil. Luego fue ayudante de los juveniles del Cesinia Torino y la Juventus.
Volviendo a la familia, debemos contar también que de Ennio no hay mayores datos, y se trata del único de los hermanos sobre el cual no hay demasiadas referencias, aunque presumiblemente haya nacido alrededor de 1910, y jugó en el Carpi, donde se iniciaron algunos de ellos. Él era mediocampista, y ya ha fallecido.
Arnaldo Sentimenti

Así llegamos al segundo de los hermanos, Arnaldo Sentimenti, quien llegó al mundo el 14 de mayo de 1914, siendo también guardameta, y uno de los que enseñó a Lucidio los secretos de este puesto. Arnaldo está especialmente identificado con el Napoli, en el que jugó 12 años entre 1934 y 1943, y entre 1945 y 1948, siendo capitán en ocho temporadas. Además, defendió las camisetas de Crevalcore, Urbino, Carpi, y Palermo, antes de retirarse justamente en el Módena.

Pero su carrera no finalizó allí, ya que se trata de uno de los pocos integrantes de la familia que, tras su retiro, se dedicó a ser entrenador, ocupando ese puesto en los conjuntos de Napoli, Salernitana, Stabia, Turris, Lazio, Reggina y Parma. Murió el 12 de junio de 1997.
Ahora llegamos a Vittorio Sentimenti, conocido más precisamente como Vitto, nacido el 18 de agosto de 1918. él jugó para el Módena, la Juventus, la Lazio, Torino y Módena nuevamente, habiendo coincidido en un total de diez temporadas con su hermano Lucidio, entre los turineses y los romanos. El único de los futbolistas ofensivos del clan por entonces, fallecería el 24 de septiembre de 2004.
Para finalizar con este lado de la familia, nos topamos con Primo Sentimenti, defensor de recorrido en el Módena, Bari, Lazio, Udinese y Parma. Al haber nacido en diciembre de 1926, era el más chico de ellos, y gracias al buen recuerdo dejado por sus hermanos Lucidio y Vittorio, fue contratado por los “laciales”, en los que permaneció siete años.
Si continuamos con el repaso de los nacidos a principio de siglo, en tanto, tenemos al primo de los cinco hermanos jugadores, Lino Sentimenti. Nacido en 1929, desarrolló toda su carrera solamente en tres equipos: Módena, Sarom Ravenna, y Cittá di Castello. Aún sigue vivo, aunque se encuentra alejado del fútbol.
Sin embargo, para evitar que el apellido Sentimenti se privara de la posibilidad de disponer de una plaza en el fútbol de Italia, este hombre tuvo un hijo varón, al que llamó Roberto, y que jugó en las categorías inferiores del Calcio, especialmente en la década del ´80. A los pocos años de su retiro, apareció en los periódicos locales el nombre de Andrea Sentimenti, como no podía ser de otra forma, hijo de Roberto, y nieto de Lino, quien aún danza en las distintas divisiones italianas.
Lucidio, en el homenaje realizado por la Juventus

Algunas de las curiosidades que rodean a los Sentimenti son que, por ejemplo, Lucidio actuó una temporada completa como ala derecho en Lazio, compartiendo ataque con Vittorio. Fue justamente él, quien tras anotar un gol en una derrota 2 a 1 del Módena ante el Napoli, cortó una racha de nueve anotaciones consecutivas de su hermano para el equipo. Vitto, ofendido, lo corrió por el campo, ya que la pelota hubiera entrado de igual forma sin la participación del mundialista.

Cuenta la historia además que, tras un derbi romano jugado ante la Roma a comienzos de la década del ´50, los tres hermanos, que por ese entonces se desempeñaban en la Lazio, Lucidio, Vitto y Primo, debieron ser escoltados por la policía hasta su casa, para evitar que los furiosos hinchas adversarios le dieran alcance a su auto.

Durante su carrera, especialmente cuando seis de ellos estaban en actividad, al menos de forma reciente, se solía acompañar el apellido Sentimenti con números romanos, de acuerdo al que se hacía referencia. Así, Ennio era I, Arnaldo II, Vittorio III, Lucidio IV, Primo V, Lino VI, Roberto VII, y Andrea VIII, aún cuando con éstos últimos no hay necesidad de hacerlo.
Además Lucidio, apodado “cochi” por su baja estatura, fue homenajeado por los fanáticos de la Juventus que colmaron su nuevo estadio, el pasado día 8 de septiembre, cuando a sus 91 años fue destacado como el futbolista vivo más viejo dentro de los cuales le han dado a la “vecchia signora” algunas de las estrellas que honrosamente llenan sus vitrinas.

Fuentes – [WikipediaLazio WikiSoccer 4 Us]

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Aunque en la conquista de la Copa Intercontinental del Flamengo ante el Liverpool en 1981, la estrella de Zico fulguraba más fuerte que cualquiera de las otras que pisaron el terreno de juego de Tokio, había un personaje que estaba seguro de la victoria, y no sólo por la categoría de su más talentoso compañero, o de otros, como Júnior, Leandro, Tita y Andrade, sino por lo que hubiera sido un detalle para algunos, su vestimenta, que tenía una historia detrás.

Pero la historia de Raul Plassman, conocido mucho tiempo en el fútbol brasileño sólo como Raul, en este desesperado y casi absurdo intento de los brasileños de ponerse apodos, incluso cuando no hay necesidad, se remonta al mes de septiembre de 1944, cuando nació en la ciudad de Antonina, en el estado de Paraná. No fue casualidad, entonces, que luego de haber jugado durante su juventud en algunos conjuntos de poca envergadura de la región, le fichara el Atlético Paranaense.
En el “rubronegro” debutó en Primera División cuando tenía apenas 19 años, y desde entonces se hizo un hueco como titular casi indiscutible, en una etapa en la que el club venía creciendo con pasos lentos pero firmes. Sin embargo, rodeado de futbolistas de evidente categoría inferior a la suya, sus habilidades quedaron demasiado patentes muy pronto, y el San Pablo, ya uno de los grandes de Brasil, se lo llevó al otro año, en 1964.
Pero en el tricolor pasaría más sinsabores que momentos dulces, luego de una primer temporada de adaptación a un gigante del continente que se volvió muy dura para él, en la que apenas tuvo participación. No obstante, sus cualidades estaban fuera de discusión, y el Cruzeiro decidió hacer un esfuerzo económico para llevarse al que todavía era considerado como una de las “perlas” del mercado local.
En este caso, con un buzo estilo “Suecia”

Era 1965 y probablemente Raul enfrentaba una de las últimas posibilidades serias de asentarse en un importante equipo de su país. La suerte no podía haber sido mejor, y aquí comienzan lo que muchos señalan como el verdadero secreto de las grandes actuaciones que lo procedieron: su buzo de arquero amarillo, o raras veces naranja.

La situación realmente fue la siguiente: Raul debutaba en el Cruzeiro, y no tenía una camiseta que se distinguiera claramente de la de sus compañeros, por lo que se puso una amarilla de un auxiliar, cuando lo normal para la época era solamente el negro. Hasta tal punto se cuestionó esta decisión, que muchos de los periodistas del momento realizaron insinuaciones sobre la homosexualidad de Plassman, que con los años quedaría en la nada.
Sin embargo, y a pesar de la clara intención de los medios de ridiculizarlos, Raul no se dejó avasallar, y tuvo una seguidilla de grandes actuaciones, por lo que decidió adoptar desde entonces la costumbre de utilizar el ya famoso buzo amarillo, y dejando de lado esa sensación de insipiente discriminación que vivía con el mismo, comenzó a considerarlo como una especie de talismán para su futuro deportivo. Según él, los atacantes se obnubilaban por el color fulgurante, y remataban hacia donde el estaba parado.
De hecho, y para no entrar en mayores precisiones, Raul fue titular e ídolo del Cruzeiro entre los años 1965 y 1978, llegando a disputar 557 encuentros con el “zero”, siendo el cuarto en cantidad de presencias en la historia del club, y el primero en este ránking si consideramos solamente arqueros. Su paso se tradujo además en títulos de mayor y menor índole, concretamente 30.
Entre todos ellos destacan, por supuesto, el Brasileirao de 1966 y la Copa Libertadores de 1976, que logró al derrotar en la final el Cruzeiro a River Plate de Argentina, luego de tres encuentros. No obstante, en la final por ser el mejor del planeta, los brasileños se encontraron con un poderoso Bayern Munich, que no tuvo inconvenientes en superarlos por un global de 2 a 0, con goles de Muller y Kappellmann.
Una vez que decidió su marcha del equipo, Plassman tenía un nombre hecho en el continente e incluso fue buscado desde Europa, pero como su intención era la de no salir de Brasil, aceptó gustoso una oferta del Flamengo, con una condición que no estaba reflejada en el contrato, pero que se hacía latente en el sentimiento de esperanza de cada hincha del Fla, su buzo amarillo.
Sus producciones en el conjunto más popular de Brasil fueron tan sobresalientes como en el su anterior club, y rápidamente fue acogido como uno de los preferidos de la “torcida”, por lo que ya era común ver fanáticos que llegaban al estadio con su tradicional indumentaria. De más está decir que con las conquistas del Brasileirao en sus ediciones de 1980, 1982 y 1983, esta situación llegó a su punto de auge.
A pesar de eso, Raul tenía una cuenta pendiente con el fútbol y su buzo amarillo con la buena fortuna. Se trataba de la Copa Intercontinental, pero para ello primero había que ganar la Libertadores. El Flamengo lo hizo, precisamente en 1981, al superar en la final a Cobreloa de Chile por un global de 4 a 2 luego de tres encuentros, con todos los goles anotados por el inefable Zico.
Una versión algo más anaranjada

El primer objetivo estaba cumplido pero para Raul, en el plano personal, y el Flamengo, que nunca había obtenido la Copa Intercontinental, se trataba de una oportunidad única de redimirse. El rival era el Liverpool, que había derrotado al Real Madrid en la final de Europa por 1 a 0. En Asia no hubo equivalencias. Japón fue testigo de cómo la victoria, y la gloria, caían del lado de los sudamericanos.

Flamengo se impuso por un contundente 3 a 0 con dos goles de Nunes y uno de Adilio, todos ellos en el primer tiempo, lo que dio una idea de la magnitud de futbolistas que conformaban el elenco carioca. En los festejos, se podía ver una figura sumamente sonriente, por encima de un visible buzo amarillo, que había ido por los laureles abandonados en el fin del mundo, un lustro atrás.

A su regreso a Brasil, ya nadie preguntaba a Raul la relación entre su atuendo y sus andanzas homosexuales, sólo algunos se inclinaban por intentar averiguar ciertas propiedades místicas de su buzo. Para él, retirado en 1983 con todos los laureles del fútbol brasileño, ello ya no era importante.
Pero Plassman tuvo sus propias espinas. Aún a pesar de haber sido probablemente el más destacado guardameta de su país durante cerca de una década, apenas jugó 17 encuentros representando a Brasil, y nunca acudió a un Mundial, siquiera como suplente. En 1982, cuando su convocatoria parecía segura, Telé Santana terminó decidiéndose por Valdir Peres, Paulo Sérgio y Carlos, dejándolo en casa.
Una vez retirado, Raul comenzó a desempeñarse como comentarista de encuentros de fútbol, especialmente en la Red Globo, y aunque tras haberse recibido de entrenador dirigió al Cruzeiro en 1987, la experiencia fue corta y no demasiado positiva. En 2003 se convirtió en técnico del Londrina, pero tras un nuevo fracaso pasó a ocupar el rol de dirigente. Desde el año pasado, forma parte del staff de formadores de los niños que juegan en las categorías base del Cruzeiro, su casa.

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Este personaje, nacido el 24 de agosto de 1963 en la ciudad de Lagos, Nigeria, es recordado hasta el día de hoy, en el mundo del fútbol de élite, apenas por un puñado de fanáticos que bien tienen en la mente su baile durante la victoria de su país a España en Francia ´98, o no pueden olvidar aún sus pasos, con poca fortuna por cierto, por el Hércules y el Deportivo La Coruña. Lo cierto es que, más allá de sus andanzas profesionales, Rufai era un hombre especial, un príncipe, aunque no convencional.

Concretamente, Peter nació en el seno de una familia adinerada, siendo uno de los hijos del Rey Rufai de Idimu, una región que contempla la ciudad de Lagos dentro de su territorio, y aunque el título actualmente es sólo nobiliario, se mantiene el profundo respecto por quienes son considerados los jefes de las tribus. Aunque no era el primogénito de sus ocho hermanos, fue designado por su padre para ser su sucesor cuando él muriera.
Pero nuestro amigo tenía otros planes en mente. Amante de los deportes más que de los lujosos que le ofrecía la mansión, una especie de palacio en la que vivía con su familia, desde muy chico tuvo claro que quería alejarse de la suntuosidad en la que había crecido. Fue así que cuando terminó los estudios básicos en su país, se trasladó hacia Bélgica para continuar con la universidad.

Para ese momento, ya era una especie de futbolista profesional, si podíamos llamar así a los que entonces había actuado con él en los conjuntos del Stationery Stores y el Femo Scorpions, ambos de Nigeria. En 1986 pasó algunos meses en Benin, jugando en el Dragons de l’Ouémé, pero al trasladarse a Europa, tuvo que comenzar desde cero en este ámbito.

Por suerte para él, en una de sus primeras pruebas en el fútbol de Bélgica, y ya con 24 años, se ganó la posibilidad de integrar la reserva del Lokeren, en el que terminó permaneciendo cuatro temporadas, momento para el que ya había jugado algunos encuentro en el primer equipo, y luego de ello, decidió aceptar una oferta del Beveren, para tener más continuidad, ya totalmente decidido a seguir su sueño algo tardío de destacarse en el mundo del fútbol.
No obstante, finalmente Rufai tampoco tuvo demasiadas chances en este nuevo intento en Bélgica, aunque acostumbrado ya a la vida en los Países Bajos, no dudó en aceptar una oferta del conjunto holandés del Go Ahead Eagles, de las divisiones regionales, pero que le ofrecía un sueldo suficiente para subsistir. Allí estuvo sólo un año, teniendo buenas actuaciones que, prontamente, darían sus resultados.

Después de terminada la campaña, a Rufai le llegó el telegrama que le anunciaba su convocatoria a la Copa Mundial de Estados Unidos de 1994, aunque en tercer lugar para la portería, luego de Wilfred Agbonavbare, por entonces en el Rayo Vallecano, y Alloysius Agu. Hay que recordar que ese mismo equipo había ganado la Copa Africana de Naciones semanas atrás, aunque Peter no llegó a jugar en ese torneo.

En la concentración previa a la cita mundialista, las noticias para Rufai no pudieron ser mejores, ya que los a priori porteros titulares resultaron lesionados, y aprovechando su gran experiencia y ascensión en el grupo, se las ingenió no sólo para ser titular, sino también para ser capitán en los dos primeros encuentros, ante Bulgaria y Argentina. Sin embargo, el sueño acabaría en octavos de final ante Italia, nuevamente con Peter como capitán.
A la vuelta de Estados Unidos, Rufai se incorporó a la Liga de Portugal, siendo titular del Farense durante las siguientes tres temporadas, en las que llegó a ser muy respetado por la afición, seguramente en el mejor tramo profesional de su carrera. Gracias a ello, se ganó una transferencia al Hércules que le devolvió a los primeros planos del fútbol mundial tras lo que fue Estados Unidos. Su desempeño no fue demasiado convincente, y a los pocos meses fue transferido al Deportivo La Coruña, aunque ya tenía la cabeza más puesta en su segunda experiencia mundialista en Francia, a la que acudiría ahora sí, como titular indiscutido.
Rufai fue titular en los tres encuentros de la competición, incluyendo la victoria por 3 a 2 ante España que eliminó a la “furia”. Ya en octavos, nuevamente los sueños de Peter quedarían truncos, al caer su selección por 4 a 1 frente a Dinamarca. Sin embargo, había tenido tiempo de hacerse definitivamente famoso, ya sea por sus piruetas festejando goles o sus poco ortodoxas maniobras. Ningún rastro de aquel príncipe de Idimu.
Al menos eso pensaban todos, hasta que una vez de regreso en España, Rufai admitió que fue llamado por los integrantes de su tribu en marzo de ese año, debido a que su padre había muerto, y debía hacerse cargo de su deber sucesorio. Aunque viajó a Nigeria, declinó la posibilidad de permanecer como nuevo Rey de los Idimu, honor que finalmente recayó en uno de sus hermanos.
Según aseguró en ese entonces, luego de algunos meses en los que se mostraba reacio a hablar del tema, ya que era muy respetuoso de sus orígenes, afirmó que el ser una persona popular en esa región de Nigeria requería de una gran fortaleza, y que las amenazas a su integridad física estaban muy presentes en esa condición.

Tras esta circunstancia tan peculiar, Rufai siguió desempeñándose en el Deportivo La Coruña, siendo generalmente suplente del también africano Jacques Songo´o, y como no tuvo demasiadas posibilidades más de mostrarse en la Liga de España, regresó a Portugal para intentar cumplir su sueño de jugar hasta los 40 años, incorporándose al Gil Vicente, aunque finalmente se retiraría un año más tarde, en el 2000.

Aunque entonces permaneció viviendo en Portugal, luego de tres años se afincó definitivamente en España, donde ha puesto una academia de fútbol para chicos, con especial apoyo para aquellos que deseen ser porteros. Uno de sus alumnos más destacados, sin embargo, fue un mediocampista, su hijo Senbaty, que luego probó suerte en el Sunshine Starts de la Liga de Nigeria.
A pesar de todo ello, él sigue considerando que su segundo país es Bélgica, ya que de hecho su esposa es de esta procedencia, su hijo nació allí, y en esta nación ha adquirido las acciones mayoritarias de un pequeño equipo de barrio, del cual también es dirigente, aunque claro, a distancia. Sólo una excentricidad para un hombre que ha sabido vivir entre ellas, renunciando a la corona que le fue designada.
Como curiosidad, o tal si fuera un guiño del destino, el nacimiento del mito de Peter Rufai es muy semejante al argumento de la película norteamericana “El Príncipe de Zamunda”, protagonizada por Eddie Murphy, y grabada en 1988, cuando su historia apenas comenzaba a escribirse.

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Otten, el segundo entre los sentados

Más conocido como Lou Otten, y nacido en la ciudad holandesa de Rijswijk, el 5 de noviembre de 1883, este hombre fue uno de los más destacados integrantes de la selección de Holanda que logró hacerse con la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas en 1908. En aquel entonces, la formación del sistema enfrentaba sólo a equipos europeos, y los representantes de los Países Bajos cayeron en las semifinales ante Alemania, por 4 a 0, derrotando a Suecia en el encuentro por el tercer puesto.

En ese equipo de Holanda, Otten se desempeñaba como defensor, y era uno de los principales futbolistas, habiendo sido luego de este evento el capitán del combinado por algunos años. Entre los demás jugadores, destacan por ejemplo Reinier Beeuwkes, Vic Gonsalves, Bok De Korver, y Miel Mundt, el capitán durante ese evento.

Pero al mismo tiempo Otten fue un hombre afamado en Holanda por ser uno de los más prestigiosos médicos del país, aunque en ese momento se encontraba desde luego aún formándose. Luego de su retiro del fútbol tras cinco años en el ADO Den Haag, se abocó de lleno a la medicina, adquiriendo el título que le permitió ejercer en su país. Gracias a sus notorios avances en el campo científico, fue enviado hacia las Indias Orientales, actualmente Indonesia, para salvar la vida a los enfermos locales.

De esa forma, y luego de años e intentos de desarrollar una vacuna contra la peste bubónica, que afectaba gravemente a este territorio, en 1934 probó por primera vez una de sus creaciones, la cual dio resultado inmediato, salvando la vida a miles de personas. Esto sucedió en la ciudad de Bandung, pero rápidamente la noticia -y la medicina- recorrieron todas las Indias Orientales, convirtiéndose en un referente de la lucha contra esta enfermedad.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, y cuando Otten aún se encontraba en las Indias, este territorio fue atacado, y ocupado en buena parte por Japón, que formó sus propios campos de concentración, muy al estilo nazi, en este estado. El médico fue capturado, aunque pudo salir con vida, y luego de ello se decidió a regresar a Holanda, pensando en ya no volver.

No obstante, durante el período de encarcelación y humillaciones que había vivido en la concentración, su salud había mermado muchísimo, y sólo resistió un año con vida de vuelta en Europa, ya que fallecería en la ciudad de La Haya, el 7 de noviembre de 1946. En su honor, la carretera de Bandung que lleva al Instituto Pasteur -hoy propiedad de la empresa Bio Farma- y mediante la cual concurría a trabajar, lleva su nombre.

Fuentes – [WikipediaFootball Data BaseIFFHS]

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